Fué en un pueblo con mar
una noche despues de un concierto;
tú reinabas detrás
de la barra del único bar
que vimos abierto.
-”Cántame una canción al oido
y te pongo un cubata”-
-”Con una condición:
que me dejes abierto el balcón
de tus ojos de gata”.
Loco por conocer
los secretos de su dormitorio,
esa noche canté
al piano del amanecer
todo mi repertorio.
Los clientes del bar
uno a uno se fueron marchando:
Tú saliste a cerrar,
yo me dije:“Cuidado, chaval,
te estas enamorando”.
Luego, todo pasó de repente:
su dedo en mi espalda
dibujo un corazón
y mi mano le correspondió
debajo de tu falda.
Caminito al hostal
nos besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo
y tú no querías dormir sola…
Y nos dieron las diez
y las once, las doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer
nos encontró la luna.
Nos dijimos adiós,
ojalá que volvamos a vernos
el verano acabó, el otoño duró
lo que tarda en llegar el invierno.
Y a tu pueblo el azar otra vez,
el verano siguiente me llevó,
y al final del concierto
me puse a buscar
tu cara entre la gente.
Y no hallé quien de ti
me dijera ni media palabra.
parecia como si
me quisiera gastar el destino
una broma macabra.
No había nadie detrás
de la barra del otro verano.
Y en lugar de tu bar
me encontré una sucursal
del Banco Hispano Americano.
Tu memoria vengué
a pedradas
contra los cristales,
-”Se que no lo soñé”-protestaba
mientras me esposaban los municipales.
En mi declaración alegué
que llevaba tres copas,
y empecé esta canción
en el cuarto donde aquella vez
te quitaba la ropa.
Y nos dieron las diez y las once, l
as doce y la una
y las dos y las tres
y desnudos al amanecer
nos encontró la luna.